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 Ne pas être de bois

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Maryanne
Muffin
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Maryanne


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Ne pas être de bois Empty
MensajeTema: Ne pas être de bois   Ne pas être de bois EmptyJue 10 Feb 2011 - 13:15

Ne pas être de bois

El bar no estaba tan alejado del centro de la ciudad; sin embargo cualquiera podría perder la noción del tiempo una vez cruzada la puerta. Un grupo muy variado de jóvenes solían concurrir la mayor cantidad de veces posible, pero procuraban siempre recordar qué los ataba a la vida cotidiana antes de ingresar. Perder la cabeza entre esas sillas fue el error que varios cometieron hace algunos años atrás, y la melancolía pisaba cada vez más fuerte. Para los que esquivamos aquella tendencia utópica y reprimida de acabar en la desesperación, guardamos muy lindos recuerdos. Por eso puedo contar que allí fue donde lo conocí a Cristian.

Nunca fue, desde ningun punto de vista, un tipo al que me hubiera interesado hablarle: repetía una y otra vez las mismas historias, de las cuales pocos nos fiábamos, y que de alguna u otra manera siempre lo hacían quedar como el héroe de la tarde, el más astuto, el elegido por las féminas, el más gracioso, el tocado por una varita mágica. Sí, debo decir que nunca me causó mucha gracia el hecho de que buscara siempre la manera de que alguien le hiciera "saber" lo grande que era su presencia. ¿Siempre hablando de su persona? Patético. De todas maneras, como quien quiere saberse de piedra y no es más que un yeso, fui testigo del momento exacto en el que bajó los brazos y trajo un poco de tierra a aquel pedazo de Cielo, ese rincón que llamábamos "bar".

Anita supo cómo llegar a la boca de muchos en muy poco tiempo, y en más de los sentidos que me gustaría explicar. De un saque le dió varios besos a un amigo de un amigo, quien a su vez sabía que dos noches atrás se había ido con el primo de mi mejor amiga. Hasta donde tenemos entendido, durante la semana era un ser que se tomaba todo muy a pecho; al llegar el anochecer de cada viernes, tomaba cualquier cosa a las apuradas. O al menos era lo que opinaba Cristian, mientras se burlaba de sus mareos y le clavaba los ojos en las piernas (no le comentes este detalle, siempre lo va a negar).

Llegando a Marzo de ese año notamos que se había ido Febrero, y con él la ausencia de Anita. No la extrañábamos, pero "algo" faltaba... Bah, al menos para mí. Y fue lo que notamos exactamente el mismo día que volvió, el último sábado antes de empezar a cursar. Le llamaba "Últimas horas de descontrol", mientras cortaba un cartoncito antes de llevárselo a la boca. Fue de aquellos pocos acontecimientos que lograron que Cristian apartara la mirada de su pollera, para observar la escena y luego llevarse las manos a la cabeza. De lejos se apreciaba cómo el humo del cigarrillo emanaba de la boca de Anita, despidiéndose del carmín que decoraba sus labios. Era sencillo ignorar la transpiración que recorría su espalda con tal solo sentir su perfume. Así fue cómo varios se daban vuelta al pasar al lado de ella. Y así fue cómo Cristian no pudo evitar acercarse.

"Hoy es mía" me dijo al oído. Se levantó de la silla y fue a ella. Me limité a pedir un tequila y recordarle que era un loco de la guerra.

El shot de a poco fue haciendo efecto en mi cabeza, por lo que gracias al leve mareo no puedo recordar precisamente cómo se fueron dando las cosas entre ellos dos. Puedo asegurar que ella reía y él jugaba sus mejores cartas (Narciso envidiaría con furia los movimientos que hace Cristian con su mentón), y que él estaba rendido ante la presencia de quien sabe exactamente dónde apoyar las yemas de los dedos. Sí, cerca de sus lunares. Imposible ignorarlos cuando las puntas de sus uñas parecen señalarlos.

Luego de diez o quince minutos de charla, mi coqueto amigo parecía estar rabioso. Golpeó fuerte la barra con su old fashion y salió dando fuertes pasos hacia la calle. Puedo decir que encendió un cigarrillo y caminó hasta la esquina. Espero que sepas perdonar la falta de detalles al relatarte esta historia, estaba realmente mareada. Aún así recuerdo que Anita, su perfume y sus lunares pasaron por mi mesa en su camino al baño. Sé que me sonrió. Luego, desapareció. O al menos eso... creo.

Terminando la noche y habiendo pasado el efecto de José (suelo mencionar con cariño a mis bebidas favoritas, seguramente comprendas), Cristian aún no había regresado de su recreo en la vía pública. Junté mis cosas de la mesa, las metí en la cartera y corrí a buscarlo. La sorpresa no fue el repentino cariño que supe tener por su persona, sino el encontrarlo con una lágrima en la mejilla y dos venas al borde de la explosión en su frente.

-Tiene sentido. Tiene absoluto sentido. Tiene sentido y, ¡por Dios!, la detesto.
-Guau... Bajaste de tu caballo.
-¡Y vos sos como ella, igual a ella! Vos y ella, las dos, ¡las dos pueden absolutamente todo!

Se calmó, debo decir. No entendía a qué apuntaba pero nunca me gustó que me griten en la cara. Supo pedirme disculpas, me tomó del hombro y me acompañó unas cuadras hasta su casa.

-¿Considerarías a Anita una persona humilde y cariñosa?
-¿Por qué no?
-Contestame.
-Bueno... No lo sé. Supongo que lo es.
-No lo es. Ni ella, ni vos, ni ninguna otra mujer.

Con cada palabra que salía de su boca, menos entendía. Le ofrecí un cigarrillo, aguardé unos minutos, y comenzó con su relato.

-Vos me conocés, aunque te guste negarlo. Tal vez a veces tenga miedo o sea tímido, pero siempre me va a importar que me den la razón, que me den poder, que me hagan sentir como si todo lo pudiera.
-Dejame adivinar... ¿No podés con todo?
-No, no puedo... -fumó un poco, miró la última estrella que manchaba el amanecer y suspiró- No puedo. Pero estoy seguro de que Daniel, Luca, Rodrigo y todos los otros imbéciles que se fueron con ella del bar en todo este tipo son muchísimo más idiotas que yo.
-Explicate.
-Nunca antes había charlado con Anita. Creo que no hace falta aclarar las intenciones que tenía cuando fui a ella, pero intercambiando algunas pocas palabras tuve la certeza de que es mucho más inteligente que la mayoría de las chicas con las que salí. Por eso me quedé con ella, me gustaba escucharla.
-¿Y por qué tanto enojo?
-Es sincera. Es sincera e inteligente. Dice verdades. Siento que mi cabeza explota...

Eran casi las ocho de la mañana y no estábamos en el mejor de nuestros estados. Lo invité a pasar a casa, como si fuésemos amigos de toda la vida. Me limité a acomodar un poco el sillón y a poner agua a calentar. El muy payaso se recostó y no me dejó lugar para sentarme, por lo que me acomodé en el suelo y apoyé mis brazos en sus rodillas.

-Está loca. Dice que se aburrió de los hombres. ¡Loca, está loca!
-A mi también me sacan de quicio muy a menudo, no puedo mentirte...
-¿Sabés lo que me dijo? Que el acostarse con "un macho" es un acto de egoísmo. ¡Egoísmo! Dice que... Dice que por el solo hecho de ser mujer, puede hacer cosas que yo no, y que tiene cualidades de las que no todas son concientes.
-A ver, sorprendeme.
-No creo que te pase a vos, frígida. ¡Jajajaja!

No, nunca me pareció un chico gracioso.

-Al ser mujer es multiorgmásmica. Y al conocer su cuerpo, sabe manejarlo. Todo lo que sucede en su cama son pura y exclusivamente decisiones que ella toma, sin importar quién la acompañe. Y como si esto fuese poco, sabe de quiénes aprovecharse. ¡Porque se aprovecha, ella se aprovecha! ¡Puta que es, egoísta!
-Calmate, por Dios y terminá de explicarme.
-Una de las primeras cosas que me dijo cuando le pedí su número fue que le recuerdo a los demás, especialmente a Rodrigo.
-Tiene sentido, Rodrigo es casi tan carismático como vos.
-Y justamente por eso me rebotó. Por ser como el resto, por estar aburrida de tipos como nosotros.
-¿Y cómo son ustedes?
-Vamos, vos misma me lo dijiste hace unas semanas... Orgullosos, con un ego importante, lanzados, seguros, con un porte diferente.
-Es posible, es posible...
-Y sabés muy bien que yo hago todo lo posible para que cualquier mujer la pase fenomenal cuando coge conmigo.
-No, no lo sé, ¡jajajaja! Pero de todas maneras...

Había olvidado que el agua estaba al fuego. Me levanté para preparar el capuccino que él me había pedido. Fue una sorpresa mirarlo de reojo y descubrir que no me estaba mirando el tatuaje que tengo en la espalda, fue la primera vez que lo vi concentrado en su impotencia y bronca. Y eso que adora las espaldas... Justamente en eso me quedé pensando mientras batía el café: "¡Qué fenomenal rincón de de la anatomía! Tan suave, tan blanca, tan perfecta... ¡La cantidad de siluetas que se pueden ver hoy en día, tan dulces, tan armónicas!". De alguna manera el perfume de Anita volvió a mi cerebro, me pinchó y se fue. Creo que estaba un poco sonrojada cuando volví a acercarme a los restos de Cristian.

-No comprendo cómo es que alguien querría aprovecharse de un hombre tan fuerte.
-Porque, justamente, sabe que yo daría lo que fuera para que ella pase la mejor noche de su vida. Para cualquier mina como ella, no soy más que un aparato. ¡Y lo reconoce! ¡Sabe que lo único que tiene que hacer es encontrar a cualquiera que no quiera hacer más que defender su orgullo!
-Entonces la noche se trata de... asegurarse que ella va acabar mil veces.
-Sí... Sí, exactamente. Sí.
-Me llama la atención que se haya aburrido.
-Ya no encuentra ningún atractivo. Ni siquiera en mí.

Suspiré y me guardé los comentarios.

-¿Y qué busca?
-No sé, está loca... Dice que solo otra mujer podría darle algo infinito y equitativo, justo y brillante. No sé qué tienen las minas hoy en día en la cabeza, no lo sé... No quiero saberlo. No lo entiendo.

Pocos segundos después se había quedado dormido. Las manchas de fernet habían colonizado su camisa, así que de a poco se la saqué y lo dejé descansando en el sillón... Bueno, mitad de su cuerpo estaba en el suelo, pero la intención estaba.

Me acerqué a la puerta de mi departamento y busqué mi cartera para tomar la pastilla. Soy demasiado desprolija a veces, no pude encontrarla con facilidad. Tuve que sacar los anteojos, los cigarrillos, el esmalte y una servilleta que me cambió el año.

No podía creerlo.

El carmín de su labial impreso en un papel, junto a un teléfono y la sutil firma de "Anita".




Por momentos se nota que está escrito a las apuradas, pero en según tengo entendido muchos captaron la idea, ¡jajaja!

Espero que guste. Forma parte del conjunto de mis humildes aportes a la vida del Blogger promedio: [Tienes que estar registrado y conectado para ver este vínculo]


Razz
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