Colgada de tu sombra. Demasiado pálida, casi sin vida. Esa pluma de pez espada, esa cara manchada de dudas. Sin tinta y sin nombre vago la madrugada eterna. Pero si la dejase entrar... si la dejo... Estrella de mañanas, turquesa del desierto. Te puede dar todo y dejarte en Venecia. Viene corriendo en vestidos tramposos, viene de golpe y se queda dos días. Prefiero hacerme agua, prefiero volar mil nubes. Ella viene y se queda y me despoja de todas. La nieve me ayuda, calma sus demonios.
Pero su lugar existe, su castillo vale millones de ciruelos y miles de tus besos. Y todas sus razones y el origen–semilla ya encontraron su lugar. Se te caerían los ojos por volver a verla. Ella siempre te mira.
Pero no viene nada, y pasan años, siglos, vidas y vidas. Me diste la mano, invitando al sonido. Siempre estuve acá, pero te habías olvidado de levantar el teléfono. Tanta música hace magia en estos dedos. Así me querían? Ella está asustada. No sé si lo mataste o él también duerme. Alas de dragón: libélula te llama. Sinergía en estos gritos plateados, El contraste y la marea. Aguas furiosas en un mar de sensaciones. Controlá esto. Y me hago humo y enseguida vuelvo.